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  violencia a la mujer
 

Un aspecto de la violencia contra las mujeres  Ayer se conmemoró el “Día Internacional de Lucha Contra la Violencia Hacia las Mujeres”, una violencia que tiene fuertes sustentos culturales y que contribuye entre otras cosas a generar los casos de madres desamparadas y carenciadas a cargo de hijos que no están en condiciones de alimentar.




La violencia de todo tipo que se ejerce contra las mujeres es una verdadera pandemia que se extiende por todo el mundo, tanto en los países pobres como en los más desarrollados. Mucho se hace desde los planos teóricos para luchar contra ese mal, con algunos resultados dignos de destacarse; pero todavía siguen siendo muy fuertes las deformaciones culturales que permiten la continuidad de esa violencia y hasta la incitan. En la Argentina, y específicamente en nuestra provincia, bastante se ha logrado avanzar últimamente en esa difícil lucha; sin embargo, más es lo que aún se debe hacer que lo que se ha podido lograr; y detrás de la aparente igualdad de géneros persisten los viejos criterios machistas que le siguen poniendo trabas al justo y necesario desarrollo igualitario de las mujeres. En estos días en que tanto se está hablando (y bastante también se está haciendo, aunque a los saltos y con una mezcla de aciertos y desaciertos) sobre el terrible drama de la desnutrición infantil, va quedando en evidencia uno de los peores aspectos de la violencia que se sigue ejerciendo contra las mujeres: se trata de la actitud irresponsable de tantos hombres que no se hacen ni siquiera mínimamente cargo de sus hijos y los dejan a cargo de sus madres, desapareciendo literalmente de la escena, quizá para ir a generar otras situaciones similares con otras mujeres. 

Es así que vemos a tantas mujeres desamparadas, sin recursos de ningún tipo, con varios hijos a cuesta y sin poder nutrirlos adecuadamente. Muchos de estos niños desnutridos son hijos sin padre, no por alguna fatalidad del destino sino simplemente porque los hombres con sus ridículos vicios machistas han cambiado de horizontes y no aportan ni una moneda para el sustento de sus hijos y ni siquiera algún tipo de acompañamiento afectivo. Las tantas madres desamparadas son víctimas no solamente de la falta de capacidad estatal para paliar sus carencias sino también de la violencia del abandono por parte de los padres de sus hijos. Y además son víctimas de un cierto cinismo social que en lugar de condenar a esos “padres” irresponsables acusa a las mujeres abandonadas adjudicándoles gratuitamente culpas por el hecho de haber engendrado tantos niños en esos cuadros de miseria. Un aspecto más de la violencia que se sigue ejerciendo contra las mujeres al amparo de una triste “cultura” machista.

 




 
   
 
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